Un honor y a la vez muy feliz de formar parte de la familia olímpica
Como cualquier persona que se sienta deportista, cuando era niño mi sueño era participar en unos juegos olímpicos. Entrené todo lo que estuvo en mis piernas para ser cada vez mejor atleta y esto me llevó a entender con el paso del tiempo que mi propia genética limitaba ese sueño. No estaba hecho para ser olímpico, pero bueno no pasaba nada, no iba a morime por ello.
No había nacido para serlo pero mi pasión por el deporte era máxima, sentía que era lo más importante de mi vida, mi razón de ser. Así es que decidí ya de bien jovencito que mi vida debía estar ligada al deporte sí o sí.
Continué entrenando durante décadas para ser el mejor atleta posible. Me gustaba sentirme atleta y emular a los mejores deportistas olímpicos ¡¡Qué envidia más sana!!, Deportistas que siempre he idolatrado, animado y aplaudido viéndolos por televisión, tan potentes, tan resistentes, tan agiles…¡¡Qué grandes!!
Al mismo tiempo me formé en la universidad del deporte, en el IVEF de Valencia, porque deseaba ser profesional del deporte como entrenador. Quería convertir mi pasión en mi modo de ganarme la vida. ¿Qué mejor cosa que levantarme cada día de la cama para ir a trabajar en lo que es mi pasión y hobby, no?
Pues así ha transcurrido mi vida, siendo deportista y entrenador a la vez, siendo feliz prácticamente de manera continua, si bien no voy a negar que de vez en cuando la vida te comporta algunos obstáculos que debes ir salvando. Y es que estos forman parte de la historia de cada uno. No sobra decir que superar cualquier adversidad te hacen todavía mejor, más fuerte en carácter y seguramente más sabio.
Pues bien, retornando a aquellos deportistas olímpicos que siempre vi de lejos, inaccesibles para mí y a la vez idolatrados, “causalidades” de la vida hicieron que en septiembre de 2020, comenzara a ayudar a Julia Vaquero Sousa, atleta olímpica en 5.000m en Atlanta 1996.
Yo no podía ni imaginar que una deportista que había tenido tanto éxito estuviera pasándolo mal casi veinticinco años después, pues como nos pasa a muchas personas tendemos a generalizar que el éxito es sinónimos de riqueza, de felicidad, de estar genial, etc., etc…y que eso es así para toda la vida. Y claro no lo es.
Hablando con Julia en aquella primera conversación telefónica que tuve hace cinco años me di cuenta que necesitaba ayuda. Y me la estaba pidiendo intentando agarrarse a la vida como si fuera un clavo ardiendo. No me lo pensé dos veces y la ayudé desde la distancia como podía, con largas y casi diaris conversaciones telefónicas, confeccionándole planes de entrenamiento para que volviera a hacer deporte pues ella lo tenía totalmente abandonado y yo creía que el volver a la práctica deportiva (saludable) le ayudaría a salir del pozo en el que se encontraba… Pues bien, con esa paciencia y determinación por parte de los dos, de Julia y la mía, lo logramos ¡¡Salió a la luz!!.
Hoy Julia Vaquero es una persona que es todo un ejemplo de superación. Comenzó a visualizarse el problema de la salud mental entre los deportistas de élite, algo que teníamos ignorado. Julia era uno de los referentes en este sentido y Canal + le dedicó un documental: “Julia Vaquero, la carrera más larga”. Os invito a verlo.
Desde entonces Julia y yo hemos creado una muy buena relación de amistad y sigo entrenándola. Ella vuelve a estar en el candelero deportivo y esto le ayuda en su día a día, se siente más viva que nunca. Da charlas, le invitan a participar en diferentes eventos y en carreras. Se siente querida que es un aspècto muy importante para cualquier persona.
Ayudar a Julia me permitió que conociera personalmente al presidente del Comité Olímpico Español, a D. Alejandro Blanco Bravo, visitándole en su propio despacho presidencial en el COE sito en Madrid (foto adjunta de 2021)
Uf!! Fue como un sueño estar en las instalaciones del Comité Olímpico Español hablando con él, tan humano, tan sencillo, lleno de valores nobles,…de verdad que me cautivó y me hizo sentir como en casa. Fue un gustazo compartir ese tiempo con Alejandro y es que además fui consciente que me encontraba en la casa que representa a todos los deportistas españoles. De verdad que me sentí un privilegiado en aquellos momentos. Me sentía muy feliz.
Pues bien el ayudar a Julia y el hacerme sentir tan bien por ello y que posteriormente llegaran a mi vida más causalidades que hicieron que ayudara -y ayude- por diferentes motivos a más deportistas olímpicos, Fermín Cacho, Rocío Ríos y David Canal, hicieron que mi relación con el COE se consolidara y fuera más firme, sobre todo con el propio Alejandro Blanco y con Ignacio Sola Cortabarría que es el representante de los atletas olímpicos dentro el COE y del que guardo también otra buena relación. Y es que ¿Qué vas a encontar entre deportistas? Pues eso, muy buena amistad!!
Desde entonces ambos me han tratado siempre como uno más de la familia olímpica, y así me lo han hecho entender siempre.
A todo ello, hace unos días D. Alejandro Blanco hizo llegar a mi domicilio unas prendas deportivas oficiales con el emblema del COE. No os podéis ni imaginar lo feliz que me hizo recibirlas. ¡¡Brutal!! Las voy a llevar con el honor que merecen y por lo que representan.
Y es que para mí el espíritu Olímpico representa los verdaderos valores humanos. Desde que estuve en la sede del COE siento y entendí que la bandera olímpica está por encima de ninguna, que nos representa a todas las personas del planeta por igual. Para que me entendáis: Soy valenciano y me representa la senyera, soy español y tengo la rojigualda, soy europeo y tengo la azul con estrellas, pero por encima de todas ellas está la blanca con los aros olímpicos que nos iguala a todos los seres humanos en cualquier tipo de condición y de pensamiento. Sinceramente ésta es la que realmente me representa como ser humano del planeta Tierra.
He sentido desde siempre que el deporte está por encima de cualquier partido político, de cualquier religión, de cualquier lengua,…. por los valores y espíritu que aporta: Respeto a los demás, a las normas y al entorno, compañerismo, solidaridad, empatía, constancia, esfuerzo, disciplina, superación personal y de adversidades… Estoy convencido que todo estos y más valores intrínsecos facilitan las mejores relaciones posible entre TODOS los seres humanos.
Amigo D. Alejandro Blanco millones de gracias por estas prendas. No es necesario que te diga, una vez más, que puedes contar conmigo para lo que precises!!!!
Franc Beneyto
PD: Aquel sueño que parecía imposible, se ha hecho sin pretenderlo realidad. Formar parte de la familia olímpica
¡¡Qué grande es la vida!!